El largometraje de 92 minutos, bajo la dirección de Laura Baumeister de Montis, cuenta la historia de María, una niña de 11 años que vive con su madre, Lilibeth, en una zona llena de basura, específicamente en el basurero de Chureca en Managua, Nicaragua (país de origen de la directora). De hecho, la película nos muestra desde el principio la precariedad con la que vive la gente de esa región, ya que son los niños quienes esperan ansiosamente al camión de basura para poder rescatar algo.
Es una película sin duda alguna de carácter sensible. Desde ver cachorros muertos, violencia sexual, pobreza, abandono, explotación infantil, entre otros temas que el film nos muestra. Sin embargo, el eje central que aborda es el amor entre madre e hija, el cual se ve conflictuado debido a que, primeramente, son mujeres vulnerables en una sociedad llena de violencia. Segundo, a raíz de que María envenena por accidente a los cachorros, los cuales iban a ser vendidos, los problemas se hacen mayores para ellas. Aquí podemos cuestionar si el abandono es una forma de amor, ya que Lilibeth busca salvaguardar a su hija de los problemas crecientes que sostienen, llevándola así a un centro de reciclaje donde viven muchos niños, los cuales deben separar todos los desechos de manera manual. Los mismos están expuestos a muchas enfermedades. De hecho, hay una escena impresionante donde se ve cómo utilizan el mercurio en forma de juego. Aquí es donde comienza el viaje de María, ya que lo que más anhela es reencontrarse con su madre y simultáneamente, como espectadores, nos damos cuenta de que el mismo es un viaje hacia el crecimiento personal.
Baumeister maneja la naturaleza y a los animales de manera icónica dentro de la narración, ya que nos deja claro que nosotros también somos animales, racionales, pero al final, animales. Por ejemplo, existe una escena donde Julia, la perra que tiene María, se queda llorando por la pérdida de sus cachorros, y al mismo tiempo, podemos ver una semejanza con Lilibeth, quien debe abandonar en contra de su voluntad a su hija. Lo mismo sucede al final, el cual resulta memorable de ver, ya que los sueños muchas veces pueden ser nuestro mejor consuelo ante las ausencias de seres queridos. Además, podemos asimilar la conexión con la naturaleza, la misma que irónicamente es destruida cada día, como observamos al comienzo de la cinta con el vertedero infinito de basura.
La hija de todas las rabias, a pesar de ser ficción, deja entrever y a la vez hacer una denuncia social sobre la realidad de los pobladores del basurero de la Chureca. Incluso hace tres años, medios locales dieron a conocer la noticia de que un hombre mató a otro con una puñalada cuando luchaban por un trozo de cartón. Greta Arévalo, quien hizo un artículo sobre el tema, señala que muchas personas que recolectan y reciclan basura de este lugar logran sacar hasta 2.5 dólares diarios, lo cual les ayuda a sobrevivir. Si bien hay propuestas para mejorar las condiciones de las más de 250 familias que viven en este vertedero, aún no se han visto mejoras. La misma situación se vive en Bolivia, donde no se puede cubrir la realidad del botadero de K’ara K’ara, en Cochabamba. El mismo tiene una superficie que alcanza hasta las 40 hectáreas y donde existe población que reside en ese lugar, dejándolos expuestos a un sin fin de problemas, sobre todo de salud.
Escrito por Raquel Ramos Thompson