Los organizadores de Acampadoc, Bolivia Lab, Mendoza Film Lab, Bio Bio Cine, FILMANDES y Cluster Audiovisual.
Cinco cineastas de Argentina, Bolivia, Chile y Panamá compartieron sus motivaciones y obstáculos cuando apostaron por espacios de formación cinematográfica como respuesta a la carente oferta gubernamental de sus países. Los ponentes del panel Un panorama de espacios de formación e integración cinematográfica señalaron que sus laboratorios de cine siguen vigentes gracias a las estrategias creativas y al tejido de una red colaborativa que, en algunos casos, nació inspirado en Bolivia Lab.
“En la provincia no existe ni una sala de cine y sin embargo el festival es la principal ventana para el cine centroamericano e internacional de documental. Estamos abocados a seguir hasta que podamos porque las autoridades no apoyan mucho, no hay esta sinergia y es un poco una proeza. La prensa nos identificó como un festival en resistencia porque estamos trabajando con pocos recursos pero haciendo que todo el continente iberoamericano tenga una red de gente que sabe hacer documental al rescate de los patrimonios”, resaltó la cofundadora del Bolivia Lab y directora de la residencia Acampadoc, Irina Ruiz.
El festival panameño tiene 12 años y, según Ruiz, es el hermano menor de Bolivia Lab. El Acampadoc reúne a jóvenes realizadores noveles quienes por 10 días investigan y encuentran a sus personajes en la región central de Panamá para crear audiovisuales sobre patrimonios y reforzando el vínculo con las comunidades.
Para Néstor Tato Moreno de Mendoza Film Lab (Argentina), los laboratorios de cine no solo son espacios de formación e integración sino de inspiración ya que el encuentro que organiza fue concebido en Bolivia Lab y reconoce a Viviana Saavedra, gestora, como la madrina de su proyecto argentino que cumplió cuatro años.
“Creo que en estos espacios generamos una sinergia colaborativa y de aprendizaje mutuo porque a mí lo que me atrajo del Bolivia Lab desde el día uno fue la generosidad del espacio y eso se crea, está en el aire y es algo que sucede, más si se transmite a los jóvenes becarios”, destacó.
El presidente de Filmandes y productor ejecutivo, Marcelo Ortega, contó su experiencia con su organización que promueve espacios de encuentro, de expresión y creación entre cineastas, aprovechando “la mirada del otro” para reforzar un proyecto. Valoró estos espacios alternativos mismos que pueden vincularse con las universidades y otras instituciones públicas.
“Nosotros tenemos una frase: nadie se realiza en una comunidad que no se organice. Los espacios colaborativos y en especial el sector audiovisual demuestra que nadie puede hacer un festival solo”, reflexionó Ortega junto a sus colegas frente a becarios de Iberoamérica.
Para Filmandes el impacto social y legislativo forman parte de sus valores ya que promovieron un proyecto de la recuperación de los patrimonios con una visión del respeto por el pasado. Luego, respecto a las políticas públicas, lograron consolidar una ley para que los cineastas sean reconocidos con capacidad crediticia por las entidades bancarias en Argentina.
Marco Rossel, director artístico del Bolivia Lab, rememoró su ingreso a esta red colaborativa y enfatizó que fue gracias a la necesidad de formarse y hacer cine en un medio carente de profesionalización cinematográfica. “En rodaje de publicidad encontré a Viviana y le comenté que no podía hacer cine. Y me dijo: estoy haciendo un cine posible en Bolivia, por qué no vienes a Bolivia Lab y te voy a enseñar a hacer un cine tejido entre todos”.
Tras 15 años de creación, Bolivia Lab evolucionó en su formato inicial y ahora cuenta con un Laboratorio y Clínica de Proyectos, Taller Internacional de Guión y organiza el Finaliza Lab que impulsa los vínculos con festivales, distribuidores y otros exhibidores de la región. A estos eventos se suman el Festival de Animación y el Encuentro de Cine Comunidad y Diversidad.
La propuesta chilena llegó de la mano de Eduardo Villalobos de Bio Bio Cine. Afirmó que dentro de este encuentro también se realiza el Bio Bio Lab que busca proyectos con identidad y que ya alcanzó su décima versión. Al mismo tiempo, valoró la mesa de negocios en la que se generan contactos con otros laboratorios.
“También hemos fortalecido la creación de redes por la importancia de trabajar en conjunto, la importancia de un laboratorio para que la película tenga una mirada común”, mencionó como las fortalezas de las redes colaborativas.
Los organizadores de estos espacios de redes colaborativas, por lo general, acceden a fondos concursables o alianzas con instituciones públicas para sobrevivir en el campo de la formación cinematográfica y de incentivo a la creación. Por otro lado, los cineastas señalaron que también optan por estrategias creativas, es decir, por la concepción de nuevas propuestas como el Festival de las Pasturas sobre pastoralismo que captó la atención de la municipalidad de Malargüe.
Escrito por Karem Mendoza G.